viernes, enero 28, 2011
Cortando el tiempo en dos para amanecer en medio. Se sentía renacer en ese mismo momento, y como dejando atrás un pasado escabroso y rastrero, de oruga, rompía la crisálida y emprendía nuevas rutas hacia el cielo. Pasó, extrañamente y sin esfuerzo, al menos no consciente.
Observaba personas cruzar la calle. La ventana, una puerta al mundo. En la repisa, apuntando cabeza, las margaritas. Todo nuevo.
Gente, universos ambulantes, promesas de aventura. Hoy saldría a pasear con su mejor sonrisa. Recogería con delicadeza todas las carantoñas. Las miradas de retorno, como las olas. Las chispitas de fuego danzando en los ojos ajenos, y como no, el deseo, la poderosa lascivia. Llenaría un saco de intercambio humano fresco y subiría, arriba a la azotea, a tomar el sol, a degustar lentamente los frutos recogidos, saboreándolos, dimensionando en todo su esplendor el crecimiento. Nuevo sistema digestivo, nuevos alimentos.
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Es siempre un placer fundir mis sentidos en tu escritura... Genial.
ResponderEliminarEl saco está apilado en la memoria.
ResponderEliminarLo puede llevar a todas partes.
Besos.